Como ya os hemos contado, Javier es un experto chef que se formó para ello en la Taberna del Alabardero, de Sevilla y que ha trabajado durante muchos años haciendo helados y postres, por lo que sabe bien qué y cómo hacer un postre especial y con sabor, además de aportarle siempre un toque personal y lleno de sentido, que hacen que todos los postres de HelArte sean especiales.
En la temporada de invierno, cuando parecía que los helados tocaban a su fin y viendo el éxito que había tenido HelArte como sala de café y te, Javier decidió introducir las tartas y otros postres, como los zumos naturales o los batidos caseros. Las tartas decidió acompañarlas con un poco de helado, que aunque fuera diciembre y casi estuviera por nevar, siempre se agradecía como toque fresco y de sabor en sus postres.
Una de las primeras tartas que nos trajo fue una hecha con la receta de su madre. Una tarta sencilla, de toda la vida pero que a nadie dejó indiferente, porque es una de esas cosas que es difícil encontrar precisamente por la complejidad y sofisticación que ha inundado el mundo de la repostería y la restauración.
Son muchos los que la conocen, la piden (es la primera que se acaba, a pesar de que el tocinillo de cielo con helado o el tiramisú evoluzione, también salido de las manos de Javier, son exquisitos) y otros tantos los que se han quedado gratamente sorprendidos por recuperar esta tarta, sencilla pero rica y apreciada por todos. Incluso más de un experto ha reconocido el acierto de Javier al traernos esta merienda tan especial.
La tarta de mi madre llegó casi por casualidad y se ha quedado. También esta temporada podrás tomarte una buena porción al sol de los Bermejales. Es una tarta tradicional de chocolate y galletas, pero con el toque especial, como siempre decimos, de Javier.